El Vergel, barrio ubicado en San Antonio de Prado, ha tenido una gran transformación desde la segunda mitad del siglo pasado. Parte de los cambios que se han dado allí han sido por el crecimiento poblacional y su consecuente urbanización; también por la unidad de las personas del barrio para trabajar por la comunidad. Esto último en correlación a la significativa presencia de grandes familias nodales que habitaban en el lugar desde principio del siglo pasado, aportando a la permanencia de la población y prácticas comunitarias nutridas por el sentido de pertenencia. El Vergel está atravesado por una gran calle. A sus costados bajan dos quebradas, una que llaman la Manguala y otra Cabuyala. En principio esta vía marcaba el paso comunicativo entre las fincas de la vereda, pero con el tiempo la población fue creciendo, lo que llevó a que la vereda pasase a ser barrio, marcación dada por el desarrollo de ciudad que ha pautado el crecimiento de San Antonio de Prado. Una de las muestras de la manera que los ha impactado ha sido por ejemplo la creación de una carretera principal que llega a San Antonio, dividiendo El Vergel en dos partes, no sólo porque haya una línea divisoria sino también por la dificultad que tienen los peatones para atravesar la calle tranquilamente. El acceso tiene una dificultad similar a la ruta arterial del barrio ya que sus habitantes transitan en un mismo espacio con los carros que frecuentemente atraviesan la zona. Que estas cosas se estén dando además del crecimiento poblacional, los alerta para estar activos con la memoria y la historia viva del barrio (como por ejemplo lo es el agua), tanto por el beneficio que les traer en clave de la apropiación y la transformación, sino también reconocer que si la ciudad sigue creciendo, el barrio no puede mimetizarse con ella sino que debe resaltar por lo que ha sido durante el tiempo de transformación.
La Manguala y La Cabuyala son dos quebradas importantes para la historia de las del tejido social presente, ya que alrededor de ellas se han articulado varios de los procesos sociales que hoy dejan ver a un Vergel construido a pulso por sus habitantes.Un ejemplo de esto son los esfuerzos desde los 60’s, de unificar fuerzas para la organización, la construcción del acueducto y la búsqueda de alternativas para cuidar los afluentes de la zona; organización que da como resultado la Junta de Acción Comunal y el Movimiento Cívico Comunal. En la actualidad, el grupo de participantes del proyecto son una muestra de ello, hacen parte o han hecho parte de la JAC durante años, pero también han construido entre sí lazos fuertes no sólo porque algunos de ellos sean familia, sino también porque desde la infancia viven en el barrio y se conocen de cerca, sus padres o sus hijos han sido generaciones también de muchas relaciones cercanas, aspecto que hace que persistan en la conservación y promoción del sentido de pertenencia por El Vergel.
Algo que motiva a las buenas conversaciones son generalmente los conocimientos, las historias y los recuerdos que tenemos de lo que hemos vivido. De esto estuvo cargado los encuentros realizados en El Vergel gracias a la disposición y gusto por la conversación que tienen sus participantes; dentro de ellos hubo alguien que nos sorprendió. Don Julián, quien ha vivido desde que nació en este lugar, es una de las personas que más conoce del barrio, sus intereses han estado volcados a trabajar por las zonas de protección ambiental y por la reconstrucción histórica del sitio. Todo lo que conoce del barrio se ha gestado por el interés de preservación de las razones o las condiciones por las que el barrio se ha transformado; aspecto que no viene sólo de un interés personal sino que ha sido estimulado por el compromiso familiar en el territorio. Así como a los encuentros asistieron sus dos hermanas y una de sus sobrinas, quien es hoy la presidenta de la JAC, y que también expresan con amor la historia de las vivencias en el territorio, tienen otros familiares que se han interesado por lo mismo. En una ocasión nos hablaba de uno de sus tíos que tiene más de 85 años, quien con una memoria lúcida aún se sienta a contar cosas que las generaciones no tienen presente en su memoria respecto a El Vergel; en su interés por rescatar la memoria oral, Julián nos mostró grabaciones que hacen parte de los insumos para el libro que ha venido construyendo con juicio durante varios años y espera sea una herramienta útil para las generaciones nacientes.
Además de sus dos quebradas principales (la Manguala y Cabuyala), los participantes de los encuentros reconocen más de 10 nacimientos hídricos o brotes de agua ubicados en el mismo territorio. Varios de estos últimos son identificados según su ubicación correspondiente a la casas o fincas de personas conocidas y que son utilizadas aún para los usos comunes del hogar; saben de la existencia de otros de los brotes pero no son empleadas por el temor de que el agua esté contaminada. Del conocimiento que tienen sobre algunos de estos brotes, reconocen que varios de ellos han sido encausados y no se les ha dado un uso, como también han sido tapados por edificios construidos para vivienda. Dentro del reconocimiento de la importancia que ha tenido el agua en su territorio, decidieron que uno de los mensajes más potentes que le pueden regalar al barrio para la preservación de la memoria y el cuidado del agua, es un mural en el que se haga alusión a las montañas, las aguas que corren por allí y la rememoriación de los arrieros que abrieron paso a los caminos de El Vergel, conociendo en principio cada uno de sus rincones.