¿Qué Somos?

Reconstruir una democracia urbana, precisa de una (re)vuelta a la ciudad considerando múltiples dimensiones del cambio que son a su vez condiciones y síntomas práxicos para reconstruir el espacio público como espacio político. 1

Desarrollar Memorias del Agua en su accionar cotidiano y más allá de premisas institucionales, objetivos e indicadores, representa la posibilidad de que una entidad cultural piense y trabaje sobre el concepto de ciudad desde la práctica y la construcción de dicho espacio vital, concibiéndolo no desde la infraestructura, sino desde el constructo social que permite la inclusión física y simbólica de todo sujeto en relación a: 1) el reconocimiento de sí mismo y del Otro dentro de este entramado y 2) la consciencia de ser partícipe de un territorio y una sociedad; además de considerarlo –al concepto de ciudad- como un ecosistema de encuentros y des-encuentros cargado de características y sentidos propios a través del cual la vida humana se manifiesta desde sus diversas identidades, y en el que un marco de acción está delimitado por acuerdos comunes y autonomías que lideran y materializan nuevas formas de re/construir y re/habitar las urbes.

Permitirnos la licencia de acercarnos con la excusa del diálogo desde el hacer, el creer o el preguntar para comprender las razones, ideas o sentires de las minorias, de las identidades excluídas en los diferentes territorios de esta ciudad, nos ha permitido entrar en sintonía por momentos, con el vacío al que se enfrentan cuando de habitar o sentirse parte de… los espacios públicos de la ciudad, de los que hacen uso o a los que no tienen acceso, se trata.

Los intentos por hacer entonces reflexiones desde diferentes esquinas que nos permitan pernsarnos con las comunidades, no solo el tema de la sostenibilidad de un recurso vital, sino del acceso y derecho a la construcción de ciudad, a través de las muchas maneras que existen de entender la práctica artística, se ha convertido en ejercicio valiente y cotidiano que ha logrado poner en tensión las disputas por el territorio, la falta de acompañamiento del estado, la pobreza, el hambre, la violencia –en todos y cada uno de los sentidos posibles-, las amenazas y demás, con la construcción de un discurso estético propio (de cada colectivo o individuo) que les ha permitido a estos sujetos ganar, recuperar o tener –por fin- una voz desde la cual elaborarse para construir desde sí mismos, un espacio común soñado, en pro de un “vivir bien” y de un habitar el territorio realmente.

El espacio público se ha reconocido y constituido entonces como el lugar común de encuentro por excelencia al que se le ha devuelto su carácter de espacio político en el que se comparte, se expresa, (…) “en el que se construyen los acuerdos y limitaciones entre los distintos grupos sociales e intereses, en permanente construcción pero en el que siempre se garantiza la identidad del distinto como garantía de la identidad propia… en el que nos podemos encontrar con el resto de los ciudadanos, en el que nadie sobra ni debe ser rechazado” (Hernández AJA, 2003: 18)

Es así, como Memorias, se ha convertido en una enorme bolsa de experimentos artísticos y sociales en la que todos y todas cabemos desde la recuperación de un sentido de la vida que supera la mercantilización de los espacios, para darle pie a nuevas prácticas urbanas participativas.

1 Julio Alguacil Gómez en http://journals.openedition.org/polis/3499

Por: Jessica Rucinque / Directora de Educación del Museo de Antioquia