La cartografía corporal es un ejercicio que está pensado para reconocer el cuerpo como le primer territorio, las personas representaron con dibujos, palabras y retazos de tela, recuerdos personales en el territorio, experiencias satisfactorias en su construcción individual y experiencias dolorosas. Permitió ver situaciones de vida en común y recuerdos compartidos, posibilitando apertura al diálogo sobre la memoria colectiva. En el encuentro participaron varios líderes del barrio, niños y mujeres que –en su mayoría- crecieron en La Iguaná. Se ha expresado en varias ocasiones la necesidad de hablar de la historia y las identidades del lugar y esto responde a que la conversación no solo sirve para narrar el ahora, si no que nos permite identificar puntos en común en el pasado y lo que es más importante, nos permite identificar puntos en común de cara al futuro, esto para reconocerse como comunidad y para organizarse como comunidad. No sólo se menciona directamente como interés para el proceso de acompañamiento desde Memorias del Agua. Sino que también surgen espontáneamente conversaciones alrededor de las historias en común, independiente de que las personas sean de diferente nacionalidad.
A partir de la cartografía corporal, las habitantes del barrio que asisten a los encuentros identificaron que varios de los recuerdos que han atravesado sus vidas son también, recuerdos que otras personas conservan del lugar. Los unifican las condiciones del barrio, espacios, amistades, actividades de esparcimiento, necesidades y esfuerzos aunados para construir los lugares comunes.
Salen a relucir especialmente algunas de las necesidades económicas de muchos y las soluciones que daban a ello, por ejemplo, solventar el alimento pidiendo dinero en las calles o comprando chute (sobras de comida).
Algo para resaltar de todo lo mencionado, es la relación con el agua a pesar de no tener acueducto; por ejemplo, la quebrada La Iguana era un lugar donde podían bañarse y lavar la ropa; hacían largas filas tras una pila que proporcionaba agua para cocinar los alimentos a todo el barrio; los primeros de enero, se jugaba con agua e incluso se tiraban entre sí a la quebrada; las inundaciones también marcaron fuertemente las experiencias.
Los juegos de infancia en El Volador, los habitantes de “el otro lado” (como llamaban a las personas que vivían al otro costado de la quebrada) a quienes les tocó irse a vivir a otros lugares, las problemáticas que trajo el conflicto armado entre los 80’s y 90´s, entre otras cosas, también fueron aspectos mencionados como importantes en la memoria colectiva del barrio.
Encontrarse en estas historias y conocerse más entre sí, motivó la idea de la necesidad de poder comunicar a quienes han llegado nuevos al barrio o a las nuevas generaciones, el proceso que ha tenido el barrio desde sus inicios.
La comunidad que participó del proyecto habló de problemáticas que tiene el barrio en cuanto a las basuras, al cuidado del espacio público en relación a las mascotas, el poco cuidado de la zona de la quebrada o el exceso de ruido.
Propusieron frases pedagogías que podrían utilizarse en una posible intervención en los espacios para evitar estas problemáticas.
Entre lo comentado por los asistentes se habló del interés por cuidar la salubridad de su territorio, la necesidad de generar una imagen nueva para el barrio que evite la continua estigmatización del barrio y, encontrar la manera que incluso los turistas quieran visitar sus espacios. Conversaron sobre las vivencias que han tenido en su territorio para identificar puntos a lo largo de éste. El reconocimiento de sitios que han hecho parte de la vida cotidiana del barrio durante muchos años, en los que se han encontrado a través de las necesidades de los recursos hídricos, las dinámicas familiares, los espacios de disfrute, sitios que han quedado en la memoria por las relaciones que se han tejido allí entre otros.
Y es que el cuerpo como contenedor de la vida también guarda una memoria que necesita ser estimulada, y para eso, ejercicios como usar el cuerpo como contenedor de memoria para así hilar las historias personales con las historias del territorio permite reconocerse como sujeto histórico, atravesado además por las historias de los demás. Lo que también le permite reconocerse como sujeto colectivo.