El territorio, como realidad cambiante, presupone la multiplicidad de representaciones que alimenta los procesos identitarios y simbólicos de sus habitantes. Ante la dualidad del territorio objetivizado a partir de la planeación y el territorio orgánico resultante del crecimiento informal, se propone una mirada dialéctica que da cabida a las diversidades locales, a las tensiones y apuestas de los actores comunitarios e institucionales y a las limitaciones de las condiciones geográficas, técnicas y sociales que son particulares de cada asentamiento informal.
Desde el proyecto Memorias del Agua, el trabajo con las comunidades de asentamientos de Medellín, Bello e Itagüí ha abierto líneas de reflexión en torno a las formas de habitar los territorios que interpelan la colección del Museo de Antioquia. El proceso ha generado insumos desde los relatos, los recorridos y las creaciones de las comunidades mediadas por las prácticas artísticas. Estas reflexiones permiten ahondar en los procesos de producción, transformación y domesticación del paisaje de los asentamientos informales en las laderas, desde la vivencia de sus habitantes.
La pregunta por las formas de habitar la montaña en un contexto de ciudad abre la perspectiva para problematizar el relacionamiento con los recursos naturales. El agua, como estructurante histórico de la ciudad, ha sido la necesidad vital desde la cual se construye cada asentamiento. Una revisión de los diversos significados culturales presentes en el uso del agua por las comunidades plantea los matices entre su conservación y su explotación como recurso. Así, el agua ha dejado de ser un elemento inerte y es considerado como agente transformador de los territorios.