Para hablar de Belén — Las Violetas, es necesario partir de su cotidianidad: habitado en su totalidad por casas de familia, es un territorio de tensa calma donde los días pasan sin novedad alguna. En un pequeño fragmento de este inmenso barrio, se ubica el lavadero “Los Jaramillos”. “Jaramillos”, porque ha sido una unidad de negocio familiar que ha perdurado en el tiempo y como si fuera poco, siempre ha estado presente en el mismo espacio.
Al respecto, la permanencia en el tiempo ha permitido que la mayoría de vecinos se familiaricen con las dinámicas propias del lavauto, incluyendo por supuesto, a sus integrantes. Administrado en la actualidad por Zuleima Jaramillo, cuenta que a pesar de ser un lugar residencial, es un sitio estratégico, pues muchas de las familias medellinenses poseen vehículos propios que necesitan ser aseados y para ello precisamente ¡está abierto los Jaramillos!
Al hablar de comunidad con Zuleima, es enfática al decir que básicamente su grupo social está conformado tanto por su familia, como por sus amigos. Define a la comunidad como aquellas personas que por un motivo alguno, se han ganado su confianza y respeto. Aunque es una joven mujer (24 años de edad), piensa que la confianza es invaluable y para que una persona ajena haga parte de su círculo íntimo, es fundamental que sea sincera. Narra que un sinónimo de confianza podría ser la sinceridad.
Aunque ha tenido algunas diferencias en el sector en que habita, afirma que en general la comunidad está compuesta por buenas personas. “En la vida hay 2 tipos de personas: el que te quiere y el que no te quiere. Ya depende de cada quien cómo lo asuma, la idea es no amargarse la vida”, agrega.
Tímida y cortés. Estos podrían ser los calificativos que se pueden usar en el ejercicio de describir a “Zule”, como se le conoce”. Deportista y amante al fútbol, halla en este ejercicio la tranquilidad que necesita tras una ardua jornada de trabajo mediada entre los carros de metal y los carros de plástico, pues en los ratos libres trabaja en una maquila como armadora de coches de juguete.
De estatura media y de piel morena, lo más significativo en Zuleima en la determinación con que se expresar y la que de igual forma, emana al caminar. Es una mujer fuerte, soñadora y precisa a la hora de tomar decisiones. Su mayor deseo es ver crecer su negocio hasta el punto de verlo convertido en una gran empresa.
Para este lugar, se seleccionó en compañía de Zuleima el intervenir la fachada. Con un solo tono de color azul “cielo”, sobre él reposará un pendón publicitario donde más que ofertar servicios y precios, dotó al espacio de una nueva imagen, una apariencia tranquila y organizada.
Este pendón del que se viene hablando, fue realizado bajo la técnica del esténcil por ella misma. Aunque siempre se había dedicado al fútbol y al lavadero, descubrió en las manualidades la posibilidad de explorar nuevos pasatiempos, nuevas pasiones.
“Solo me queda por darles las gracias a ustedes muchachos y al proyecto, hace mucho tiempo no veía el frente de mi casa tan bonita. A mi abuela también le gustó mucho, mire que ya casi no echa cantaleta”, argumenta ella.