En la fotografía se ve desde el morro una parte del barrio Moravia ubicado en la comuna 4 de Medellín, territorio de histórica resistencia, resiliencia, lucha popular y transformación. En el proceso tuvimos la oportunidad de recorrer el barrio con Liliana y conocer su historia a varias voces, es importante resaltar algo que nos dijo una de las líderes comunitarias del sector que trabaja en el centro de memoria barrial ubicado en el CDCM (centro de desarrollo cultural Moravia) “Moravia es mucho más y existe mucho antes del basurero” Moravia nace en el año 1956 y como dice Liliana ha sido un territorio de constantes transformaciones. La historia del barrio ahora se conserva como memoria viva en los murales que llenan de colores muchas de sus calles, en las voces de las madres comunitarias, líderes que aún defienden la permanencia en sus territorios, pues los POT históricamente los han puesto en riesgo, además de que se han aprovechado de las propuestas comunitarias para el mejoramiento integral del barrio, convirtiéndolas en intervenciones de renovación que ponen en riesgo lo construido por años. Por eso la lucha allí es permanente por la resistencia y permanencia en el territorio, el arte y la educación popular son grandes referentes y aliados para compartir el legado.
El grupo en la mona es variable, pero siempre está niño (su perro) y Liliana (la mona) en varias ocasiones nos acompaña Alexander su compañero, esporádicamente está su hijo quien también lava, cuando tiene otros alistadores a veces aportan y en ocasiones nos acompañan otras vecinas o las novias de su hijo, pero durante el proceso la única constante es Liliana lo que ha significado un reto para mantener un proceso dinámico y fluido con una sola persona, lo que ha resultado en fortalecer la relación de ella con la dupla de pedagogía quienes la acompañamos en el proceso, poniendo nuestras manos también como parte del grupo.
Sola o con compañía ha sido sumamente participativa en el proceso, es uno de los grupos más comprometidos y constantes que acompañamos en este convenio, ha sabido hacer “de tripas corazón” con sus problemas personales para atendernos siempre, a veces a conversar abriendo su corazón y muchas veces dispuesta a crear y aprender. Cuando el grupo se expande es muy potente, han participado las vecinas, las amigas, las compañeras nutriendo las reflexiones de diferentes perspectivas, encontrando el territorio que comparten como el bien común que les posibilita pensar juntas en acciones para su mejoramiento, dispuestas a la transformación positiva de ellas mismas y el barrio.
Liliana Ardila o la mona del lavadero como ella se hace llamar, es una mujer de 51 años, dedicada a la labor de lavar carros, herencia que acogió de su padre y que valora mucho, le da gran importancia a su trabajo porque es lo que le da los recursos para sobrevivir y sacar adelante su familia, intenta manejar bien sus finanzas y ahorrar “para salir de aprietos” y pagar las cuentas. Ella se considera ua persona espiritual, Dios es lo que la llena de fortaleza “me alegra el alma” su familia es muy importante para ella, ama a sus hijos y a su pareja aunque no son perfectos; es una mujer que quiere salir adelante, ser mejor cada día, le gusta ser solidaria, tener amigas que la comprendan y que entiendan su forma de ser, también le gusta ayudar a las personas que necesiten; no se relaciona con la intelectualidad pero resalta que le ha gustado aprender nueva cosas en este proceso; se considera una persona linda por dentro, le gusta verse bella.
En el proceso ha abierto su corazón, la sinceridad y espontaneidad la caracterizan y aunque a veces la asalta el “no sé hacerlo” siempre termina intentando.
Como proyecto final en el lavadero de la mona ella eligió resaltar con color su casa y su lugar de trabajo, estaba feliz junto a sus vecinas, familia y clientes al ver como el color cambió el espacio, avivando el verde de sus plantas que también crecerían con la propuesta de expandir el jardín, uno de los elementos que más ama de su espacio, con la intervención apoyada por Mauricio uno de los artistas acompañantes del proyecto, se crearon unos entrepaños y una maceta más para que más plantas alimenten el espacio; se hizo a muchas manos para nutrir también la posibilidad de hacer cosas entre vecinas, que al beneficiar a la unidad de negocio también lo haga con el espacio común, se vivió una jornada de trabajo colectivo, las personas cercanas que se acercan resaltan como ha cambiado el espacio, se ha llenado de color y a la vez de más plantas, se resalta que el cambio también es en mejorar cada día más el cuidado.
La intervención se complementará con un mapa tejido del territorio creado en los encuentros de pedagogía e intervenido por Liliana y por otras vecinas y amigas que han pasado por algunos encuentros y han puesto su aporte.